miércoles, 6 de enero de 2010

¿Cuándo caerá el muro? José Steinsleger

Conforme Israel termina de construir el gran muro para vigilar a los palestinos de Cisjordania, los judíos lúcidos se preguntan: ¿quiénes serán los auténticos prisioneros: ellos o nosotros? Al sur el desierto del Negev, al norte el Líbano belicoso, al oeste el incierto Mediterráneo y, al este, un muro inexpugnable de 700 kilómetros de extensión.
Desde 1948 (año de la partición de Palestina), el llamado West Bank o Cisjordania (territorio al este del río Jordán que Israel llama por sus nombres bíblicos, Judea y Samaria) había permanecido bajo administración del reino de Jordania. Hasta que en la guerra de los Seis Días (1967), Israel se anexó la región, que en la actualidad administran parcialmente Tel Aviv y la corrupta Autoridad Nacional Palestina (ANP).
El muro que corre en paralelo a la llamada Línea Verde de 1949 es, en realidad, un sistema de muros que, indistintamente, serpentean en los asentamientos ilegales de los colonos judíos y en las aldeas palestinas.
En las zonas poco habitadas el ejército judío tendió zanjas, radares y alambrados de púas electrificadas, y en las más urbanizadas instaló enormes losas de concreto de 70 toneladas y 10 metros de altura, con videocámaras térmicas y torres de vigilancia para francotiradores.
Por tramos, el muro se interna más de 20 kilómetros en Cisjordania, cosa que a Israel le ha permitido la confiscación de las tierras y los acuíferos más importantes. Poco más de 230 kilómetros cuadrados de la tierra fértil (aproximadamente 10 por ciento del territorio agrícola), 62 fuentes de agua y 134 pozos palestinos fueron confiscados para construir el muro.
Los muros terminarán aislando 126 colonias judías y a 270 mil palestinos que habitan en 47 comunas, perjudicando de varias vías a un millón de palestinos cisjordanos. Naturalmente, ninguna sección del muro se construye del lado israelí.
En suma, una sucesión de innumerables guetos rurales y urbanos o, si se prefiere, una cárcel gigantesca en la que el muro principal segregará 833 kilómetros cuadrados (14 por ciento del territorio), en tanto el secundario excluirá 197 kilómetros cuadrados de las tierras palestinas ubicadas dentro de ambos muros.
Los trastornos ecológicos empiezan a ser inconmensurables. En las afueras de Belén, para construir el muro, los militares israelíes talaron cientos de árboles que pertenecían a un convento católico. Aldeas palestinas, como Wadi Rahaal, quedaron al borde de la extinción, una vez que el muro destruyó el ecosistema de la región, además de arruinar las tierras cultivables.
En julio de 2004, la Corte Internacional de Justicia de La Haya determinó que el muro de Cisjordania contraviene las leyes internacionales, a más de constituir una anexión de territorios palestinos ocupados. Sin inmutarse, Israel calificó el dictamen de sesgado y hostil.
Hace unos años, en entrevista con Mahmud Abbas, presidente de la ANP, George W. Bush dijo que la construcción del muro era problemática. Israel respondió: Son los palestinos los que emplean el término. El ex premier Ariel Sharon aclaró: “Es lamentable que el presidente Bush no haya empleado el término correcto: ‘valla de seguridad’”.
Financiado en buena parte por el Banco Mundial, el costo del muro o valla, en todo caso, ascenderá a cerca de 3 mil millones de dólares. Y como Israel no podía recibir créditos de la entidad, los créditos fueron concedidos a… los palestinos de la ANP.
En el informe ¿Estancamiento o dinamización? (Banco Mundial, junio de 2005) se define meticulosamente la visión de desarrollo contemplada para Palestina. En estos planes se consideraron dos vertientes: la explotación del trabajo palestino y el control total sobre sus movimientos (sistemas de permisos y nuevas credenciales para la mano de obra barata).
En las tierras anexionadas al muro se construirán grandes zonas industriales donde los palestinos de los guetos se verán obligados a trabajar en las industrias más insalubres y tóxicas. En el llamado polígono de La Paz (Tulkarem), arquetipo del proyecto, se construirá en tierras de cultivo robadas, que durante generaciones dieron sustento a 50 familias del pueblo de Irtah.
El muro ha cancelado, de hecho, la hoja de ruta para el futuro estado palestino, elaborada en 2003 por Naciones Unidas, Estados Unidos, Rusia y la Unión Europea. La maquinaria de guerra israelí opera sobre los hechos consumados.
Voceros oficiosos de Israel empiezan a admitir que el muro de Cisjordania no fue diseñado por razones de seguridad, sino para socavar cualquier futuro viable de Estado palestino dentro de las fronteras de 1967, dar por acabado el debate acerca del estatus de Jerusalén y echar al pozo del olvido el regreso de los palestinos refugiados.
El muro de Cisjordania fue concebido a partir de un gran plan estratégico: el lento y sostenido exterminio de 4.5 millones de palestinos. Esta vez, sin cámaras de gas.
Fuente:
http://www.jornada.unam.mx/2010/01/06/index.php?section=opinion&article=015a2pol&partner=rss
 

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