lunes, 27 de junio de 2011

Argentina : La posible relección de Cristina Fernández ..Guillermo Almeyra

Pese a las grandes ventajas que tiene en todas las encuestas sobre los otros candidatos a la presidencia argentina, Cristina Fernández esperó hasta esta semana para aspirar a su relección y aún no ha develado quién será su vice. Lo primero, porque ve acumularse los nubarrones negros en el horizonte de la economía mundial y sabe que, aunque diga lo contrario, el nivel de las reservas argentinas está lejos de blindar una economía pequeña y que depende fundamentalmente de la exportación de materias primas en un momento en que, para salvar a cualquier banco los grandes estados arrojan al pozo sin fondo, a veces inútilmente, más de 100 mil millones de dólares, o sea, el doble de las reservas del Banco Central de esa nación. En una economía argentina, tan dependiente de la marcha de la brasileña y del ritmo de crecimiento chino, las decisiones fundamentales no las adoptan ni la Casa Rosada ni las autoridades financieras nacionales sino otros, incontrolables por definición, en el extranjero.

El temor a un próximo periodo de vacas flaquísimas –con la consiguiente agudización de los conflictos sociales y el posible desarrollo de una izquierda política obrera– influyó mucho, por consiguiente, en su vacilación pues si no se hubiese presentado nuevamente en la carrera presidencial habría sido indiscutiblemente la figura mejor recordada en la serie de presidentes que empezó con la relección de Perón en 1952, que fue el comienzo de la debacle argentina. Pero CFK decidió sacrificarse por su movimiento, que no tiene ningún candidato de repuesto ya que todos los altos personajes oficiales que la rodean tienen sus armarios políticos repletos de viejos esqueletos, están manchados por grandes escándalos o carecen de la menor credibilidad y ya que su partido consiste en un conglomerado de gobernadores derechistas y clientelares, de alcaldes casi siempre corruptos y corruptores y de charros sindicales millonarios y con un pasado peronista semifascista o de colaboración con la última dictadura y con el menemismo, las dos grandes plagas de los últimos cuarenta años en Argentina. Ella es la única que puede lograr consenso entre los trabajadores suburbanos y los pobres de las provincias, como lo demuestran los sondeos de opinión que le dan casi el doble de aceptación que a sus candidatos a gobernadores o a alcaldes. Esta vez se incorporan al padrón electoral (y a las luchas) capas de jóvenes carentes de memoria y de experiencia política debido a los largos años de desocupación y a la derrota obrera que impidieron mantener la continuidad de las luchas del 45, de los 60, de los 70, pero con ansias de un cambio que ellos no consiguen todavía concretar en reivindicaciones precisas que vayan más allá del plano salarial y del campo de los derechos humanos. Por eso el kirchnerismo –que es poco más que un vago pero intenso sentimiento nacionalista-justicialista que como una salsa espesa baña una política procapitalista con aspectos asistenciales y distributivos– se identifica sólo con los Kirchner (Néstor, que murió en su combate y por eso es admirado, y su viuda y continuadora que quiere organizar a la juventud detrás de su hijo Máximo). Desde la izquierda, quienes hablan de socialismo creen que el kirchnerismo está muerto justo cuando obtendrá el máximo histórico de consenso o piensan que se basa sólo en la corrupción, sin comprender que la corrupción y la represión, que son reales, son la forma de existencia del gobierno justicialista, pero que Cristina Fernández tiene y gana consenso con su actividad incesante y con su proyecto de país que, por otra parte, es el único en la batalla política actual ya que la derecha y el centroizquierda no tienen proyecto alguno sino, apenas, alguna propuesta, y quienes se proclaman socialistas han regalado los programas nacionalistas-socialistas de Huerta Grande y La Falda a las direcciones sindicales burocráticas y no van más allá del sindicalismo combativo y de las consignas generales de propaganda.

Cristina Fernández, si todo siguiese igual hasta octubre, aparece como la segura ganadora ante los enanos políticos a los que se enfrenta. Necesita, sin embargo, integrar su fórmula presidencial o con uno de los tiburones del partido (lo que le garantizaría el apoyo de una máquina electoral y de una parte de la derecha peronista), o con un ultraconservador y proempresarial, para lograr el visto bueno de la derecha no peronista y del Departamento de Estado. Contentar a uno, sin embargo, equivale a disgustar a otro: de ahí el misterio prolongado de la elección del candidato a vicepresidente porque en el kirchnerismo todo depende solamente de la voluntad de un gran elector, Cristina Fernández, y no de un partido, que no existe, ni de sus achichincles y asesores, a los que ella cambia cuando quiere.

Sin programa ni unidad, a la derecha prooligárquica no le queda sino tratar de utilizar los muchos escándalos oficialistas, como la entrega de dinero sin licitación ni control a la banda de delincuentes que explotaron la buena fe y la ingenuidad de las Madres de Plaza de Mayo para robarles y enriquecerse a costa de ellas y del erario público, aprovechando de paso la confianza que Hebe Bonafini depositaba en Sergio Schocklender, al que siguió considerando su hijo adoptivo a pesar de que desde el 2003, por lo menos, muchos que apoyaban a las Madres denunciaron y denunciaban los métodos gangsteriles y la corrupción del personaje. Podrá discutirse la claridad política de Hebe Bonafini y su poca preocupación por la transformación de las Madres en empresarias pero su honestidad está fuera de dudas y, contra los chacales, es necesario darle un apoyo solidario. Las Madres, con su valentía moral y física, abrieron el camino para un cambio social. Las críticas –necesarias– a los errores puntuales que una u otra haya cometido o pueda cometer no afectan en nada la grandeza de su papel, reconocido por la inmensa mayoría de los trabajadores argentinos. Por eso, entre otras cosas, serán derrotadas en octubre próximo las hienas de Clarín y La Nación y sus seguidores políticos.

Vìa, fuente :
http://www.jornada.unam.mx/2011/06/26/opinion/022a1pol

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