jueves, 29 de marzo de 2012

Costa Rica : ¿Tiene futuro el Estado social en Costa Rica?...Por: Luis Paulino Vargas Solís

Por: Luis Paulino Vargas Solís
Artículo publicado en Amauta con permiso del autor
Fuente: Soñar con los pies en la tierra


“Un estado es social cuando promueve el principio, comunitariamente
respaldado, de prevención colectiva como protección contra
los infortunios individuales y sus consecuencias…
convierte la idea abstracta de ‘sociedad’ en una experiencia vivida y
sentida de comunidad, ya que reemplaza el ‘orden del egoísmo’…
que siempre genera una atmósfera de desconfianza y suspicacia-
por el ‘orden de la igualdad’, que inspira confianza y solidaridad”
Zygmunt Bauman, Vida de consumo,
Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 
2007, pp. 188-189
Un apreciadísimo amigo universitario protesta contra el proyecto de reforma tributaria aduciendo que esa ley gravará “nuestros dividendos” de la Asociación Solidarista.
(Y entonces me digo: si alguien recibe más de 700 mil colones de dividendos de una solidarista, forma parte de una minoría que goza de ciertas ventajas salariales. Con más razón si el monto respectivo llegase, digamos, a 2 millones ¿Cómo negarse a pagar entonces un monto razonable de impuesto sobre tales ganancias?).
Otra amiga muy querida: “me niego a admitir más impuestos sobre las clases medias”.
(Lo cual me suscita diversas preguntas. Mencionaré una: ¿qué entendemos por clases medias? Lo destacó en vista de que -entre otras consideraciones que omito- en lo que se refiere al impuesto sobre la renta, esta ley introduciría incrementos en las tasas impositivas solo para ingresos salariales por encima de los 4 millones mensuales. Me cuesta identificar a tales personas como “clase media”. A lo más las pienso como “clases medias muuuy altas”).
Conclusiones de un “estudio” dado a conocer en estos días: el paquete tributario implicará un aumento de la inflación de 2,2% (en realidad, 2,2 puntos porcentuales), lo cual aparentemente llevaría a la pobreza al 60 o 70% de la población (no se precisa claramente la conclusión al respecto). O sea: ese proyecto provocaría una catástrofe social sin comparación en por lo menos los último 70 u 80 años (y decían que eran los defensores del proyecto los que pintaban escenarios apocalípticos…).
(Sigo cavilando: me late que aquí hay supuestos implícitos convenientemente dispuestos para concluir lo que se quería concluir. Saco cuentas: si consideramos que en 2011 la tasa de inflación fue del 4,7%, el 2,2 adicional nos lleva a alrededor del 7% anual o poco menos. Ilustro el punto: no hace mucho –período 2005-2008- la inflación anduvo disparada varios puntos por encima del 10%. Y sin embargo por entonces los índices de pobreza tendieron a declinar hasta los alrededores del 17%. Quiero decir: uno debería tener cierta precaución a la hora de hacer este tipo de aseveraciones, en la comprensión que de por medio juegan factores bastante complejos. Me apena admitir que esta forma de evaluar los efectos de la inflación recuerda las usuales apreciaciones que el monetarismo neoliberal -de Friedman para acá- ha logrado imponer…con un éxito que parece ser mucho más contundente de lo que jamás imaginé).
Una máxima que ha devenido de casi universal aceptación: no deben aprobarse nuevos impuestos hasta tanto no se corrijan las graves ineficiencias, despilfarros y corruptelas que afectan al sector público. Alguien, a quien mucho respeto, lo sintetizaba con notable poder descriptivo:  “…si no cerramos el hoyo, se escapa el líquido”; “¿Para qué entonces echarle más si siempre se escapa?”. Traducción: el sector público costarricense es un desastre de despilfarro y corrupción. Y luego esa misma persona pone la flor en el ojal: “metástasis” fue el término que usó para describir al Estado social costarricense. Cuando hay cáncer, se corta. Cuando hay metástasis tan solo queda esperar la muerte.
(Y vuelta a mi meditación: si requisito para aprobar cualquier impuesto es corregir toda ineficiencia o corrupción, entonces lo estaremos posponiendo de forma indefinida. Pero sobre todo me llama la atención el amargo pesimismo que esto trasluce en relación con el funcionamiento del sector público costarricense. Hace pocos años se combatía el TLC con Estados Unidos, aduciendo que este dañaría el Estado social costarricense, al cual se le reconocían valiosos aportes a favor de una sociedad más democrática y equitativa. Hoy muchas de esas mismas personas aducen que ese Estado es un adefesio inservible, carcomido por la ineficiencia y enfermo de corrupción. No puedo evitar recordar que el neoliberalismo afirma que el Estado social es un total fracaso; una metástasis sin remedio. Con asombro constato que una y otra tesis se parecen entre sí como dos gotas de agua ¿Será que el neoliberalismo ha colonizado mentes y espíritus más allá de lo que jamás imaginé?).
(Y sigo mi auto-interpelación: dado que se rechaza todo nuevo impuesto en virtud de tan terrible ineficiencia y corrupción ¿por qué no habría de considerarse legítimo el dicho de ciertos empresarios que se niegan a pagar sus  cuotas del Seguro Social aduciendo que la Caja es ineficiente y despilfarradora? Y cuando oigo a estimables colegas universitarios adherirse a estas tesis, me pregunto ¿no se dan cuenta que, establecida esta idea, nada impediría que también le sea aplicada a los presupuestos universitarios?).
Y la frase presuntamente jocosa: este paquetazo es otro producto folclórico de esta ridícula “Costa Risa”.
(Me deja indiferente cuando lo oigo de la ANFE y sus representantes, padres de la criatura en ejercicio coherente de la ideología que uno les conoce. Pero me deja perplejo observar que desde las “izquierdas” y el “progresismo” hay quienes hacen suya la consigna y la repiten con jubilosa adhesión. Ya para entonces no debería asombrarme que desde esas mismas tiendas se cite a Jorge Guardia o Luis Mesalles como autoridades de culto en materia tributaria).
Y la consigna universal inapelable: ninguna reforma tributaria es aceptable, excepto si es integral y siempre que este fundamentada en un estudio minucioso.
(Sigo cavilando: como principio general es seguramente válido y deseable: una reforma integral y ampliamente progresiva. Lo que no veo claro son las condiciones políticas concretas desde las cuales se piensa hacerla realidad. Cuando formulé esta pregunta recibí respuestas curiosas. Mejor dicho, no recibí respuestas sino un generoso rosario de epítetos y descalificaciones. El caso es que, no estando claras las condiciones políticas desde las cuales alcanzar esas ambiciosas metas, no dejo de pensar que es lamentable desaprovechar la oportunidad de llevar adelante algo que, aunque limitado, brinda algunos aportes positivos. Sentar una base que propicie posibles avances futuros, es preferible a no sentar base alguna ¿O seré yo quien no evalúa correctamente el contexto político?).
Cierro mis elucubraciones con una conclusión que me preocupa grandemente: veo en gravísimo peligro el futuro del Estado social en Costa Rica. El debate en relación con el proyecto tributario ha sacado a la luz un estado de ánimo muy extendido que se mueve entre el más amargo pesimismo respecto del funcionamiento y resultados de ese Estado y la negativa en redondo a contribuir a su financiamiento, incluso desde argumentos de indisimulado egoísmo (“nuestros intocables dividendos”).
Pareciera que están madurando las condiciones para aplicar a fondo la tijera y el bisturí.
 
Vìa:
http://revista-amauta.org/2012/03/tiene-futuro-el-estado-social-en-costa-rica/

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