Foto Agencia Uno
Contra la idea de que un periodista no puede escribir en primera persona, diré lo siguiente. Hasta antes de escribir esto, yo quería tener un perrito Corgi: paticorto, cuerpilargo, color té con leche, ojos turnios, orejas puntudas. Un perro de raza que parece quiltro. Un perro que es tierno de puro ridículo. El perro de Kendra, la conejita Playboy rubia-bronceada que tiene reality. Un perro cuya ridiculez-ternura vale más de setecientas lucas.

Pero pasa esto: conozco a Verónica Balazs, veterinaria, 60 años, pelo rojizo y ojos azules, que habla de Bianca, una perrita peluda, rubia, linda -de ésas que parecen huaipes- que llega sucia y tiritando a su consulta en La Florida. Sus dueños quieren sacrificarla. Ya no pueden tenerla porque se van a cambiar a un departamento. Por mientras, la tienen en la casa que están remodelando para vender. Una casa llena de maestros.
Conozco a Angélica, animalista, madre de una hija y dueña de once perros -todos de la calle- que habla de Frida: perrita negra, piel brillante, nariz húmeda.
Cuando la conoce, hace cinco años, Frida vive en el Parque Bustamante, apenas puede caminar, trata de correr y se cae hacia un lado, y no le gusta que se le acerque nadie. Angélica piensa que Frida tiene distemper y la lleva al veterinario.
Hablo con María José Ubilla, etóloga -en castellano: ve el comportamiento de los animales- de Edupet que cuenta de una perrita de Estación Central que callejea en el día y, en la noche, cuando están sus dueños -dos hombres- da aullidos de dolor que escuchan los vecinos.
Las tres perras -Bianca, Frida y la perrita de Estación Central- fueron violadas.
Verónica dice:
-Me puse a examinarla y me di cuenta que tenía desgarrado el ano hasta la vulva. Tenía totalmente desgarrado e infectado y eso no era producido por un perro.
Angélica dice:
-Cuando el médico examina a la perrita descubren por qué se le distiende el ano: hay violación anal.
María José cuenta:
-Los vecinos comentaban que la perra aullaba mucho cuando estaban los dueños. Contactaron a una agrupación animalista, esperaron a que los dueños no estuvieran en la casa y se llevaron al perro. Ahí efectivamente comprobaron, por los signos, que había sido violada y se la quitaron a sus dueños.
Carlos Larraín se equivoca cuando usa la palabra zoofilia para hablar de esto. Zoofílico -en estricto rigor- es alguien que quiere mucho a sus animales. Violar a un perro es una parafilia -donde también está la pedofilia- y la desviación se llama bestialismo.
-Son pocos-, dice Patricia Baracatt, veterinaria, de la Brigada de Delitos contra el Medioambiente de la PDI, sospechando que debieran ser más. Seis casos denunciados en los cuatro años que lleva ahí sobre un problema que no tiene ni siquiera nombre propio: cabe en la categoría de maltrato animal.
Carlos Muñoz, también veterinario de la PDI, dice:
-Hay muchos casos que no se denuncian. Por miedo o porque la gente piensa que es chistoso. Yo hablaba una vez con un guardia de metro que me contaba que siempre veían en la noche a un universitario bajar por la escalera de Metro Los Leones y se perdía. Llamaron a Seguridad Ciudadana de Providencia y, claro, sorprendieron al tipo que mantenía relaciones sexuales de manera habitual con una perra en la noche, cuando todo estaba sin movimiento.
El estereotipo de los perros abusados responde a los que están en la calle. El estereotipo-violador de perros -según los entendidos- podría encerrar a maestros de construcciones y a indigentes. Pero Carlos y Patricia dan tres ejemplos que no tienen nada que ver entre sí: un jardinero/un tipo culto y con polola/un esquizofrénico.
El jardinero
-Era un jardinero en una casa del barrio alto. Tenían dos perritas poodle que siempre andaban juntas y, de repente, andaba una sola. La nana se dio cuenta, sale a buscarla y ve que detrás de la piscina está la perrita y sale el jardinero subiéndose los pantalones. Traslada al perro a la clínica veterinaria y, efectivamente, tenía la vulva con las características de violación, se tomaron muestras que se mandaron al Servicio Médico Legal (SML), ella denunció, se hizo todo el procedimiento y el jardinero lo reconoció, pero dijo que no era una conducta habitual. Sin embargo, tenía polola-, cuenta Patricia.
El sureño culto
El segundo es el tipo culto. El tipo culto que encuentra perfectamente normal tener sexo con perras. Dice que parte a los catorce años luego de que una perra lo lamiera después de salir en la ducha. Dice que sigue y sigue, y sigue haciendo cosas como echarse manjar/yogurth/lo que sea en el pene para que alguna perra quiera lamerlo y después violarla. Y así, el hombre culto, del sur, conocido en su zona, con una mujer enfermera que hace turnos en la noche, entra a perritas de la calle cuando su mujer no está. La condición es siempre la misma: que sean perritas. Mientras las viola, saca fotos. Después de violarlas, las sube a Facebook. Por gil, lo descubren.
El tipo culto no es el único en subir sus manifestaciones de exceso de amor a los perros a Internet. La diferencia, es que algunos lo hacen más piola en típicas yahoo-preguntas del estilo: Yo me masturbo y hasta a veces dejo k mi perro me lama ahí abajo podrá contagiarme alguna enfermedad??/ Confesiones privadas Busco perro para sexo oral y anal que encuentran respuestas del estilo: “si porque los perros meten el hocico en cualquier lugar. pero si es limpio podrías probar que te penetre. he escuchado y visto videos bajados de ares, están muy piolas”.
También hay una mujer argentina -anónima-, dueña de un club canino, que da una guía completísima para tirarse a un perro: introducción (“El sexo con perro es muy estimulante y hecho de la manera apropiada incluso es más excitante que un coito normal entre personas”), una tabla de tamaños de pene de los perros según la raza ( “Como puedes ver, el tamaño del penen cuando está erecto se corresponde al tamaño del perro. Al perro más grande, el pene más grande”) y las posiciones que se pueden hacer con ellos (Posición del misionero: “Si el perro es grande, es buena idea tener debajo una o dos almohadas, es preferible que sean consistentes”). La página tiene 6.499 comentarios.
En la PDI no han recibido denuncias por abuso de mujeres a perros. La explicación es lógica y la da Patricia:
-No se constatan lesiones. Si están a casi puro langüetazo.
El esquizofrénico
El tercer caso que cuentan es el de un tipo esquizofrénico que hace a su perra su mujer. Su segunda mujer-perra. La trata como en un matrimonio mal llevado: llega a la casa y le echa la culpa a la perra porque esté todo desordenado, la reta, tiene sexo con ella. Toda su familia -y su familia son sus hermanas- sabe lo que pasa. Nadie hace nada hasta que una prima lo sorprende masturbándose mientras mira a sus sobrinos jugar. Ahí, por primera vez, lo denuncian.
En Estados Unidos hacen algo que en Chile no: un perfil de los sentenciados por abusos sexuales hacia humanos. Y se descubre que la mayoría parte con animales. Carlos lo explica así: “Necesitan demostrar su poder. Y una forma de demostrarlo es con el más débil. Cuando son más niños, la forma de demostrar el poder no es con uno más niño. Es con el animal. Después de abusar al perro, abusa de la familia. Es un círculo cerrado. Por eso no se denuncia”.
Cien lucas
La PDI ha recibido seis casos en cuatro años. María José recibe seis -que podrían ser más- cada año. Uno de ésos fue la perrita violada por sus dueños en Estación Central.
Lo que le pasa a un perro después de ser violado es doloroso. Su recuperación, lentísima. María José usa una palabra difícil de pronunciar, escribir y, seguro, también de realizar para hablar de lo que hay que hacer: desensibilización.
Si a un perro le da terror una aspiradora, para que deje de tener miedo -primero- se la muestra apagada. Después, se prende un poquito. Después-después, se prende por más rato. Así, hasta que ya no siente nada y se acostumbra. Eso, puede tomar meses.
Si a un perro le dan terror los humanos después de ser violado, el asunto es un poco más complicado. El hombre, que debiera ser bueno, ahora es malo. El hombre -malo- tiene que volverse bueno a ojos del perro. Para eso tiene que acercarse de a poco, en una posición corporal que no lo asuste, acercarse con comida o algún juguete -si el trauma es demasiado se lo trata con medicamentos-, hacer que el animal haga ejercicio para que no se estrese, que juegue con el hombre para que vuelva a encontrarlo confiable, etcétera, etcétera, etcétera.
La perra de Estación Central está un mes en el hospital hasta que empieza a recuperarse y encuentra una familia. La perra de Verónica -Bianca-, nunca deja de tenerle miedo a la gente. La perra de Angélica -Frida- se demora mucho en dejar de cojear y no se recupera del todo.
Y lo peor que le puede pasar a una persona en Chile después de violar a un perro es esto: 61 días a 300 en la cárcel o pagar una multa de cien lucas.

Fuente, vìa:
http://www.theclinic.cl/2012/04/19/el-drama-de-los-perros-abusados/